transite por surcos y esteros vacíos,
más mi alma verde, ágil, escurridiza se asomaba
entre lirios, charcos y ramajes tupidios.
Montado en el lomo de mi perro sideral
cruzamos campos y montes prohibidos,
tras un huerto abundante detuve mi paso
y bajo una mata de ají, cacho de cabra
embriague mi juicio y mi calma.
Fueron muchos los litros de ese néctar dorado que bebí
aún recuerdo el poderío de aquel vaso
del cual no podia saciar ni beber
ya que su peso me consumía,
solo la vara de una espiga dadivosa
me ayudaba a apaciguar el vicio y la persistencia.
Cabe túneles y agujeros del tiempo
donde guardaba el trigo, la cebada y el oro
para aquellos inviernos de frío y escasez
en el remanso de mi vida y la carne.
Bajo el yugo impetuoso, del sol inalcanzable
arme un barco de cáñamo y pino
y entre canales y acequias turbias vague
buscando tesoros en jardines copiosos
mientras tus ojos furtivos buscaban los míos ambiguos.
Aún recuerdo que en una noche delirante y excitada
ingrese a los entresijos de una habitación perfumada
de una mujer incorpórea y acalorada,
y entre sus pechos gigantes y tibios
repose mi pena y nostalgia de antaño.
Sin embargo la luz de un mañana venturado
me hizo saltar en las alas
de un cernícalo diestro y apresurado
el cual zigzagueba por los aires
cortando el viento y el advenimiento del momento
dejándome en la copa de un arrayán antiguo,
desde donde figuraba el próximo arribo
desde donde controlaba el ocaso de la lluvia y el vino.
Mientras en el vaivén de una hoja suave y cadenciosa
caía suavemente desde lo alto de la copa
hacia la rivera de un tranque de agua contiguo,
en el que nade días eternos, para arrimarme hacia la orilla,
fue un viaje espeso y movedizo
sentado en el borde de aquel junco extendido y milagroso.
Tras unos surcos de frambuesas espinadas
imaginaba mi vida como la de un ser real
dejando de lado mi paulatino paso de duende juglar,
el cual tenia tiempo inclusive para cruzar trigales
aquellos espesos, gigantes, intensos y prohibidos,
esos que un hombre normal jamás cruzaría
por el solo hecho de toparse con el quimerico ser juglar
aquel que transita por campos y espinos frondosos
saciando de alegrias los parejes opacos y demacrados
de esta incierta y voluble vía,
de la cual solo el duende diminuto
en sus pasares inciertos dibuja emocionado
medio poetico, solitario y emancipado... Yantén
La percepción del Buitre Errante
Divagando por los aires, entre placeres y vicios
dirige su visión errante y vespertina, hacia lo baldío
mientras surca montes, causes y precipicios;
detenido ya, su vuelo ágil, obsceno y tardío.
No logrando satisfacer su impulso antojadizo
el cual transita perplejo buscando su paraje
atorado traslas faldas de un ramal sórdido y liso,
venidero vuelo sideral, del buitre en su follaje.
Eras, años y días surcando el viento precipitado
restregando cadáveres incautos, en vías inciertas
jamás el tiempo lo tuviste atorado, en tus cimas ente alado
ni el ocaso difuminado, te ha angustiado tus vidas muertas.
Al parecer tu amada hembra intangible buscas
rasgando causes y esteros, te han visto sin miedo,
en fuentes irreales, colmado no logras regresar de lo que angustias,
zigzagueando vas y vienes por los aires, blasfemando al credo...
F.S. Yantén.
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